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OCHOA VUELVE AL SUR

El Museo del Patrimonio Municipal de Málaga presentó la exposición del destacado pintor gaditano Enrique Ochoa bajo el título “Ochoa vuelve al Sur”. Toda su obra estuvo alojada en las diferentes plantas que conforman las Salas de la Coracha durantes los meses de enero, febrero y marzo.

Para ello, desde el Museo del Patrimonio Municipal de Málaga se elaboró un material didáctico a efectos de conocer la obra del pintor durante sus diferentes etapas.

 

PREZI

 

ENRIQUE OCHOA, el pintor de la música

Enrique Estévez Ochoa,  más conocido por su firma “Enrique Ochoa” nació el 27 de abril de 1891 en El Puerto de Santa María (Cádiz), dónde se le ha dedicado una calle con su nombre. Ochoa como han calificado algunos de sus estudiosos y críticos de arte, es difícil de clasificar y etiquetar por su variado y rico registro en numerosas disciplinas y técnicas. Definido por unos como retratista o pintor de la burguesía, después como ilustrador de las mejores revistas de su época. Ha sido también comparado con los prerrafaelistas, identificado con el surrealismo al mismo tiempo que con el arte abstracto o el gestualismo americano. Sin duda la obra de Ochoa es todo un alegato a la modernidad y a la vanguardia por su inquietud y constante innovación. Recibió el Premio de la Bienal de Venecia (1936) y el Premio Extraordinario Princesa Sofía (1969). Falleció en Palma de Mallorca en 1978.

El modernismo Art decó y la Ilustración en Ochoa

Enrique Ochoa se instala en Madrid en 1914 e inmerso en la bohemia de la capital comienza a destacar como abanderado del modernismo y el art decó. Allí inicia su etapa como ilustrador de numerosas publicaciones de la época como “La Esfera”, “Nuevo Mundo” y especialmente “Blanco y Negro” con las que colabora ininterrumpidamente entre 1917 y 1931. Participará activamente en la vida artística y cultural del periodo de entre guerras y de las vanguardias artísticas.Enrique Ochoa comienza a ser popular por la ilustración de numerosas novelas cortas. Sobresale su trabajo de ornamentación de las Obras Completas de Rubén Darío y una edición especial de “El Quijote”.

Trilogía de la guerra civil

En 1936, Ochoa vive dos acontecimientos históricos. En ese mismo año gana el Gran Premio de la Bienal de Venecia, reconocimiento que consolida su carrera artística y su prestigio internacional. Sin embargo vivirá otro que producirá un fuerte impacto en el pintor de El Puerto. La Guerra Civil. La contienda trae a su memoria el dolor de la guerra que vivió treinta nueve años antes junto a su familia en Manila (Filipinas). Ochoa decide entonces partir hacia París, dónde vivirá -con algún viaje a Italia- el transcurso del enfrentamiento. Las primeras imágenes de la Guerra Civil las plasma Ochoa en una trilogía desgarradora y sin piedad de los que fueron sus efectos y consecuencias. Otra de sus obras más emblemáticas “La defensa del Santuario de Santa María de la Cabeza” también tiene como escenario la Guerra Civil.

La plástica musical

Tras la Guerra Civil, Enrique Ochoa regresa a España estableciéndose en Mallorca. Allí comienza una nueva etapa artística dónde un simbolismo alegórico está presente en toda la obra ochodiana fruto de una intensa vida interior, de recogimiento, solo acompañado por la música, y la pintura. Entre 1940 y 1949, Ochoa se recluye en la celda número 4, de la Cartuja de Valldemosa, la misma en la que llegó a estar Federico Chopin durante su estancia en la isla. En este lugar da inicio a la etapa denominada Plástica Musical, en la que su pintura pasade la figuración a la abstracción. El propio Ochoa dijo: “Los músicos crean una melodía y con las notas, los sonidos y los acordes, producen una armonía para el oído. Busquemos el medio de transportar plásticamente estas melodías por mediación de los colores, hasta encontrar este mismo sentido musical para los ojos”.

Ochoa, un precursor y un innovador

La inquietud de Ochoa le lleva durante toda su vida a iniciar y a descubir nuevos caminos en el arte. A Ochoa se le ha comparado con los prerrafaelistas ingleses, con Gustav Moreau, con el surrealismo y con el género de la abstracción; se le han buscado semejanzas con Kandinsky y se le ha calificado de precursor del gestualismo americano del action painting de Pollock, Tobey o de Kooning. Lo mejor de la obra abstracta de Ochoa queda reflejado en lienzos como “Caras y cemento”, “Otoño 1971”, “El olivo del amor”, “Picasso, retrato imaginario” o “El demonio”. Pero también Enrique Ochoa tenía algo de alquimista. Él mismo se fabricaba los colores con que arrancaba de sus entrañas un sentimiento y los expresaba sobre una tela.

 

 

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Estudio de Barcelona y Gala Federova

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Estudio Ochoa, Barcelona 1944

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Ochoa en su estudio de Barcelona

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Sinfonía española. Ochoa trabajando en su estudio